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La vejez y sus metáforas

Cómo puede ser que la conquista más importante de la humanidad aparezca cada día en los medios de comunicación como una catástrofe social? ¿Es realmente una catástrofe que en menos de un siglo hayamos doblado la esperanza de vida? Desde luego que no. Solo hay que preguntar al primero que se nos cruce en la calle: la alternativa a no envejecer es siempre peor. Y sin embargo, lo que a nivel individual es percibido como un gran progreso, a nivel colectivo se presenta con toda suerte de gráficos y estadísticas como el mayor problema al que nos enfrentamos. Este era el punto de partida de un interesante debate organizado por RecerCaixa en el Palau Macaya de Barcelona con el título Cataluña envejece: ¿estamos preparados para afrontar el reto?

Efectivamente, Cataluña, como toda Europa, envejece. Se estima que en 2030, el 25% de los catalanes tendrán más de 65 años. Montserrat Guillén, catedrática de Econometría de la Universidad de Barcelona, utiliza una imagen muy gráfica para ilustrar cómo evoluciona la pirámide de edad. En estos momentos hay solo unas 15.000 personas con más de 95 años pero si juntáramos a todos los mayores de 80, llenarían cuatro estadios del Barça. Exactamente los mismos que necesitaríamos para ubicar a todos los niños menores de cuatro años. Pero, de mantenerse la tendencia actual, cada año necesitaríamos 16.000 localidades más para los mayores de 80 años y 10.000 menos para los menores de cuatro.
Ello significa que, de no mediar nuevas oleadas migratorias, la edad media seguirá subiendo y con ella el catastrofismo demográfico. El término envejecimiento está siento utilizado para alimentar toda suerte de metáforas sobre una supuesta decadencia social vinculada a la decadencia física. Susan Sontag nos advertía de que la metáfora no es solo una figura retórica sino también, y especialmente, “un mecanismo a través del cual comprendemos el mundo”. No resulta pues inocuo que el envejecimiento se presente como sinónimo de declive.

Muchas de las ideas más arraigadas sobre el fenómeno merecen sin embargo ser cuestionadas. Primero, porque el proceso de envejecimiento propiamente dicho comienza a los 30 años, así que todo es muy relativo. De hecho, allí donde antes se hablaba simplemente de vejez, ahora se habla por lo menos de tres edades diferenciadas: young old (entre 60 a 69 años), simplemente old (entre 70 y 79) y old-old (más de 80). La mejora de las condiciones de vida y los avances médicos han propiciado que el deterioro físico se haya retrasado en la misma proporción en que se ha alargado la esperanza de vida. Muchas personas llegan hoy a los 80 años en mejores condiciones que hace un siglo a los 50 o los 60.Es una cuestión de estructura social, que se permite desperdiciar, no solo esa energía rescatada, sino la mucha experiencia acumulada a lo largo de la vida. Resulta paradójico que, en una economía que todo lo cuantifica y de todo ha de sacar rendimiento, se permita desperdiciar tanta capacidad jubilando prematuramente a quien querría trabajar y podría hacerlo. Con la digitalización y la creciente tecnificación de los procesos productivos, la sabiduría y madurez emocional que se acumulan con la edad también se han devaluado. Es la principal consecuencia de una cultura que ensalza la juventud como valor supremo. Algunas personas mayores han interiorizado tanto estos valores que libran una patética resistencia al paso del tiempo adoptando formas falsamente juveniles de vida. No es una buena idea.

No podemos ser eternamente jóvenes, pero sí que podemos envejecer de una forma natural y saludable a condición de que no esperemos al último momento para prevenir. Varios estudios han demostrado que lo que mejor predice el estado de salud que tendremos a los 80 es… ¡cómo hemos llegado a los 50!
El ejercicio físico adaptado a la edad es la mejor medicina. Y comer poco alarga más la vida que comer mucho, porque es el proceso de combustión el que desgasta el organismo. Varios experimentos en gusanos y ratones han demostrado que la restricción calórica puede alargar hasta un 50% la vida. Lástima que para que ese mismo mecanismo tuviera efecto en humanos tendríamos que rebajar tanto la ingesta calórica que nos moriríamos de hambre. Y tampoco se trata de eso.
Envejecer limita, ciertamente, pero socialmente lo que más limita es la metáfora de la vejez como obsolescencia. Puesto que, como decía Susan Sontag, el pensamiento es siempre interpretación, habrá que generar nuevas metáforas sobre el envejecimiento. Los seres humanos nunca son obsoletos.

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Latinoamérica envejece

El siglo XX en América Latina y el Caribe estuvo caracterizado, en términos demográficos, por el crecimiento de la población, mientras que el siglo XXI estará marcado por su envejecimiento, debido principalmente a la reducción de la fecundidad y al aumento de la esperanza de vida, según destaca un nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Según el informe, el número de habitantes en la región se incrementó de 161 millones en 1950 a 512 millones en el año 2000 y las proyecciones para este siglo prevén un aumento hasta 734 millones en 2050, aunque se estima que habrá un descenso posterior, hasta 687 millones en 2100. Con todo, las principales modificaciones se observarán en la estructura por edad de la población debido al avance del proceso de envejecimiento.

La esperanza de vida al nacer aumentó de 55,7 años en el quinquenio 1950-1955 -cuando era más de 10 años inferior al promedio de las regiones desarrolladas- a 74,7 años en el quinquenio actual (2010-2015), menor en cerca de cinco años a la de los países más avanzados. Así, en las últimas seis décadas la esperanza de vida en América Latina y el Caribe se incrementó en 23 años y la brecha con las zonas más desarrolladas se acortó a la mitad.
El aumento en este indicador responde en buena medida a la reducción de la mortalidad en las edades tempranas, sobre todo en la mortalidad infantil.
En cuanto a los nacimientos, América Latina y el Caribe ha pasado de tener índices reproductivos que estaban entre los más altos del mundo, con una tasa global de fecundidad (TGF) de casi seis hijos por mujer en el quinquenio 1950-1955, a un nivel menor a 2,2 hijos por mujer en el quinquenio actual, lo que está ligeramente por debajo de la mediana mundial (2,3).
Además, se estima que en 2040 la esperanza de vida superará los 70 años y las tasas globales de fecundidad serán inferiores a tres hijos por mujer en todos los países de América Latina y el Caribe

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La Red Informa 2015 – Noticias de interés

La Red transmite opiniones, informes y documentación que versan sobre el envejecimiento de la población sin que ello implique adhesión a lo expresado por los autores y/o fuente de información. Asimismo el objetivo es fomentar el debate acerca de los temas que se formulan en las diversas disciplinas que convergen en la problemática.

Población latina en EUA será segunda fuerza demográfica: Investigador

La población latina en Estados Unidos ya no puede ser considerada como una minoría, sino que se convertirá en la segunda fuerza demográfica en ese país, afirmó el investigador Alejandro Canales Cerón.
En el Colegio de la Frontera Norte (El Colef), donde presentó la víspera la ponencia «El Debate de las Migraciones» en las Sociedades Avanzadas, aseguró que en 2060 la población latina representará ahí cerca del 35 por ciento.
Consideró que actualmente los latinos son alrededor de 50 millones, cifra que se incrementará a 140 millones para 2060, lo que significaría que alrededor del 30 al 35 por ciento de la población será de origen latino.
El investigador de la Universidad de Guadalajara manifestó que junto con ello, la población blanca estadunidense se está reduciendo, y aunque está llegando a los 190 millones, para 2060 ésta será de 170 millones.
Dijo que el incremento de la migración latina está desplazando en la pirámide poblacional a la blanca; la población en edad de envejecimiento se incrementó, dando paso a la población en edad reproductiva migrante que llena los vacíos generacionales.
Refirió que dichos cambios se deben a dinámicas sociales, tales como la edad en que concebían las mujeres, la mayoría de las cuales para 1970 tenía hijos entre los 20 y 24 años y para 2011 entre los 25 y 34 años, lo que genera vacíos entre generaciones.
Estos vacíos, abundó, se llenan con la migración, además de que existe un déficit de población entre los 20 y los 40 años entre la población trabajadora, el cual está siendo llenado por mano de obra de trabajadores desde América Latina.

La migración masiva, implica un cambio en el equilibrio demográfico en la población de los Estados Unidos, lo que generará «una nueva generación entre la población», afirmó el académico universitario.
Aunque todas las políticas de frenar la migración van con la lógica de evitar el cambio que significaría el que los latinos se conviertan en la segunda fuerza demográfica en Estados Unidos, no es prudente.
«Si se cierran las fronteras, la demanda de la economía de Estados Unidos de mano de obra migratoria no se podrá suplir y repercutirá en su crecimiento económico y en mantener el estilo de vida de un patrón de consumo, en el cual los migrantes aportan la mano de obra», anotó.
Agregó que la migración masiva es provocada también por el déficit de la demografía local, donde la fuerza de trabajo que requiere todo el mercado laboral de Estados Unidos no se abastece con el total de la población blanca.
«No es que sean muchos los inmigrantes, es que es mucha la población que hace falta en Estados Unidos», consideró el especialista